Hace una semana nos enterábamos con gran pesar que debíamos despedirnos una vez más de otra persona víctima de la LGTBIfobia. Vivía en Llíria y tenía 18 años.
Sabemos que cuestionaba su identidad de género y que su afición era imitar a sus artistas favoritas, que compartía con otras personas esta afición subiendo vídeos a sus redes sociales y que por estos motivos le ridiculizaron, le humillaron y le agredieron.
Quienes fueron testigo de ello no denunciaron.
Cuando hablamos con personas trans veteranas, es una experiencia común en muchas de ellas durante su infancia y adolescencia haber tenido que huir de las pedradas de sus pares por el simple hecho de ser diferentes. Hoy esas pedradas invaden a través de las redes sociales los momentos de paz, los espacios seguros y los pensamientos corrientes.
Hemos avanzado mucho pero todavía queda mucha lucha por delante cuando el 50% de personas trans reconocen haber tanteado la idea del suicidio, en la mayoría de ocasiones debido a la violencia y al rechazo social al que se ven sometidas. Ante esta cifra cabe plantearse si estamos hablando de suicidios o si es la hostilidad y la mano de aquellas personas que perpetúan la idea de la diversidad como algo torcido y fuera de regla, quienes empujan a quien es diferente al precipicio.
Desde Lambda damos todo nuestro apoyo a la familia y a todas las personas que están sufriendo por tener la valentía de mostrarse ante el mundo tal y como son. Seguimos y seguiremos luchando por el reconocimiento de nuestros derechos y la aprobación de una ley integral LGTBI estatal y velaremos por su aplicación, para que quienes nos odian, nos agreden y nos matan no puedan hacerlo nunca más y no tengamos que volver a decir adiós antes de tiempo.